
Llegó.
Arrojó su sombrero sobre el sillón.
Esa era su rutina diaria.
El día que no lo hizo, comprendió su inutilidad y quemó el sombrero.
(Ahora arroja su bufanda.)
8:51 |
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NARRATIVA BREVE
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© 2008 Algunas letras... Escrito por Veronica
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